Introducción:
Escudo |
Tawanti Suyu o Tahuantin Suyu esto es lo que dice el título
en cuzqueño, me dispongo a comenzar otra gran historia.
Cuando el título comienza con números seguro que así será.
Se hará en dos entregas para no cansaros.
Y lo hace con una alegoría del guerrero de la luz porque yo también,
cada vez que acabo de escribir sobre
cultura me pasa igual que el guerrero que dice que el guerrero de la luz esta
ahora despertando de un sueño. << no se luchar con esta luz, que me hace
crecer>> la luz sin embargo no desparece.
El guerrero piensa:<<necesito hacer cambios pero me
falta voluntad para ello>>.
Pues bien yo voy a poner la mejor voluntad en escribir el
periodo del incanato. Buscare con mi lápiz todos los trucos a mi alcance parta
que llegue a vosotros llena de vida.
Capital cuzco: Perú
Coordenadas 13,31 s71, 59,o/-13,17, 71-983
Aimara, puquina, quingnan, chacha, cacanqui pasto,
esmecaldeño, etc.
Religión: incaico.
Periodo histórico: América precolombina:
Creación de imperio: Pachacutec 1438.
Guerra civil: entre Huácar y Atahualalpa 1532.
Vamos ya subamos los andes no os quedareis helados
disfrutareis caminando por Perú.
Se le denomina imperio incaico porque fue un estado
sudamericano (visitan asiduamente el blog), con el dominio más extenso en la
historia de América precolombina. Al territorio del mismo se le denomino
Tahuamtin suyo (del quechua Twatin Suyu), las cuatro regiones o divisiones, y
al periodo de su dominio se le conoce además como incanato e incario. Floreció
en la zona andina del subcontinente entre los siglos XV y XVI , como
consecuencia de la civilización incaica.
Abarco cerca de 2 millones kns cuadrados entre el océano
pacifico y la selva amazónica desde las cercanías de San juan de Pasto en el
norte hasta el rio maule en el sur. Los orígenes del pueblo del pueblo cusqueño
se remontan a la victoria de las etnias lideradas por Pachacutec Chancas en
1438.
Pachatuec fue quien reorganizo el incanato después de la
victoria del curazgo incaico, y con quien el incanato empieza una etapa de
continuas expansiones que proseguio con su hermano Capac Yupanqui, y finalmente
por el undécimo Inca Huayma Cápac quien consolido los territorios.
En esta etapa la civilización incaica logró la máxima
expansión de su cultura, tecnología y ciencia, desarrollando los conocimientos
propios y los de la región andina, así como asimilando los de otros estados
conquistados.
Luego de este periodo de apogeo el imperio entró en declive
por diversos problemas, siendo el principal la confrontación por el trono entre
los hijos de Huayna Cápac: los hermanos Huáscar y Atahualpa, que derivó incluso
en una guerra civil. Finalmente Atahualpa vencería en 1532. Sin embargo su
ascenso al poder coincidió con el arribo de las tropas españolas al mando de
Francisco Pizarro, que capturaron al inca y luego lo ejecutaron. Con la muerte
de Atahualpa en 1533 culminó el Imperio incaico. Sin embargo, varios incas
rebeldes, conocidos como los «Incas de Vilcabamba», se rebelaron contra los
españoles hasta 1572, cuando fue capturado y decapitado el último de ellos:
Túpac Amaru I.
El Imperio incaico abarcó los actuales territorios
correspondientes al sur de Colombia, pasando por Ecuador, principalmente por
Perú y Bolivia, la mitad norte de Chile y el noroeste de Argentina. El imperio
estuvo subdividido en cuatro suyos: el Chinchaysuyo (Chinchay Suyu) al norte,
el Collasuyo (Qulla Suyu) al sur, el Antisuyo (Anti Suyu) al este y Contisuyo
(Kunti Suyu) al oeste. La capital del imperio fue la ciudad de Cuzco, en el
actual Perú.
Historia:
Detalle de una galería de retratos de los soberanos incas
que fue publicada en 1744 en la obra Relación del Viaje a la América Meridional
en la que Jorge Juan y Antonio de Ulloa fueron sus autores.
Fuentes históricas
Los primeros vestigios escritos sobre el imperio incaico lo
constituyen las crónicas registradas por varios autores europeos
(posteriormente existieron cronistas mestizos e indígenas que también
recopilaron la historia de los incas); estos autores recopilaron la «historia
incaica» basándose en relatos recogidos por todo el imperio. Los primeros
cronistas tuvieron que enfrentar varias dificultades para poder traducir la
historia incaica ya que, además de existir una barrera idiomática, se enfrentaron
al problema de interpretar una manera de ver el mundo totalmente distinta a la
que estaban acostumbrados. Esto conllevó a que existan varias contradicciones
entre los textos coloniales y un ejemplo de ello lo representan las cronologías
sobre los gobernantes incas; así, en muchas crónicas se atribuyen las mismas
hazañas, hechos y episodios a distintos gobernantes
Sobre las crónicas del imperio incaico, es importante acotar
que sus diversos autores tuvieron ciertos intereses al escribirlas. En el caso
de los cronistas españoles, su interés fue «legitimar la conquista a través de
la historia», para esto en muchas crónicas se señala que los incas conquistaron
usando enteramente la violencia y por lo tanto no tenían derechos sobre los
territorios conquistados. En otro caso los cronistas ligados a la Iglesia
Católica buscaron legitimar la evangelización describiendo a la religión
incaica como obra del demonio, a los incas como hijos de Noé y tratando de
identificar a las deidades incaicas con las creencias bíblicas o el folclor
europeo. Igualmente existieron otros cronistas mestizos e indígenas que también
tuvieron un interés de ensalzar el imperio o alguna de las panacas con las
cuales se emparentaban, como el caso del Inca Garcilaso, quien mostraba un imperio
incaico idealizado donde no existía la pobreza, se repartía la riqueza y los
recursos se explotaban racionalmente.
Las fuentes históricas incaicas:
Los ayllus y panacas tenían cantares especiales mediante los
cuales narraban su historia. Estos cantares se ejecutaban en determinadas
ceremonias frente al Inca. Estos relatos, a manera de memoria colectiva,
constituyen los primeros registros históricos recogidos en las crónicas.
Otro recurso utilizado para registrar la historia fueron
unos mantos y tablas que contenían pinturas representando pasajes heroicos.
Estos documentos fueron guardados en un lugar denominado Poquen Cancha. Se sabe
que el Virrey Toledo envió al rey Felipe II cuatro paños que ilustraban la vida
de los incas añadiendo con sus propias palabras que «los yndios pintores no
tenían la curiosidad de los de allá».
Además, algunos hechos pasados fueron almacenados en los
quipus, aunque no se sabe cómo pudieron utilizar estos sistemas de cordeles y
nudos para almacenar hechos históricos existen varias crónicas que describen
que los quipus servían para evocar las hazañas de los gobernantes.2
En general, en el imperio incaico se recordaban los hechos
que les parecían importantes de recordar y no era necesaria la precisión.
Además, los gobernantes podían ordenar excluir intencionalmente de los
registros históricos algunos hechos que pudiesen molestarles. María
Rostworowski denomina a esta cualidad de la historia incaica una «amnesia
política» que era asumida por todo el vulgo pero que era recordada por las
panacas o ayllus afectados, siendo este un factor que contribuyó a las futuras
contradicciones en las crónicas europeas sobre los incas.
La reinvención de tradiciones
Luego del encuentro de la cultura hispana y la andina, se
estableció la escritura como medio de transmisión y registro de información;
además se inició un proceso de mestizaje y sincretismo que dieron lugar a la
recreación de tradiciones y la invención de otras.
El aporte para esta recreación e invención de tradiciones
fue tanto hispano como andino; esto se evidencia en las crónicas del siglo XVI
en donde se describen personajes fusionados, como el caso de Tunupa y
Huiracocha con los apóstoles Tomás y Bartolomé, describiéndolos como hombres
blancos y barbados que impartieron enseñanzas. Igualmente el imaginario europeo
buscó, e incluso creyeron encontrar, «el dorado» y el «país de las amazonas» en
el nuevo mundo. En otros casos, afirmaban que el Cuzco tenía el perfil de un
león americano (puma), poniendo similitudes con algunas ciudades del
renacimiento europeo que tenían perfil aleonado. Más recientemente, en el siglo
XX, aparecen otros elementos de esta reinvención de tradiciones, como son los
casos de la bandera del imperio incaico y la ceremonia cuzqueña del Inti Raymi.
Cabe indicar que todas estas re-invenciones, son parte de un proceso natural en
todas las culturas, pero para entender la historia incaica es necesario
diferenciar cuales son los aspectos sincréticos o inventados y cuales no lo
son.
Antecedentes fundacionales del imperio incaico
Hacia el año 900 d.C. se inicia la decadencia de los estados
Huari y Tiahuanaco en el área central andina. En el caso de Huari, la ciudad de
Wari empieza a perder poder político en contraposición a alguna de sus ciudades
periféricas, como lo demuestra el caso de Pachacamac situado frente al mar. En
tanto en el caso de Tiahuanaco, el proceso de decadencia se inicia en sus
colonias de la costa de manera sangrienta, como lo evidencia el caso de Azapa;6
en el Collao, en cambio, Tiahuanco fue perdiendo su poder gradualmente y
mientras perdía hegemonía su población fue emigrando y fundando poblaciones
nuevas.
Como una hipótesis sobre la decadencia de Huari y
Tiahuanaco, existen evidencias de un prolongado periodo de sequía que duró
desde el año 900 d.C. hasta el 1200 d.C. en los andes centrales. Arqueológicamente, existen evidencias de
largos procesos migratorios de población a lo largo en los andes durante los
periodos post-huari y post-tiahuanaco. La arqueología revela que en los valles
interandinos, la población construyó sus asentamientos en lo alto de cerros
procurando la seguridad, lo que nos habla de un prolongado periodo de
enfrentamientos étnicos. En la costa, en tanto, varios grupos alcanzaban
estabilidad política, como lo demuestran los casos de Chincha, Chimú y Huanca.
Este periodo histórico fue plasmado en leyendas y mitos
andinos de diferentes maneras. En las tradiciones orales de los Andes se hace
referencia a que en el principio los pueblos realizaron largas caminatas
buscando tierras fértiles, surgiendo héroes míticos que eran, por lo general,
semi-divinos y que iban siendo guiados por seres sobrenaturales (el sol, la
luna, etcétera). Estos héroes míticos generalmente tenían algún poder. De esa
manera surgen las figuras de Manco Cápac, en el caso fundacional del Cuzco; o
Pariaccaca en el caso de Huarochirí.
Los orígenes míticos:
Existen dos mitos difundidos sobre el origen de la etnia
cuzqueña. El más difundido es la versión garcilasiana de la pareja Manco Cápac
y Mama Ocllo; el otro es el mito de los 4 hermanos Ayar y sus 4 hermanas, éste
último mito es recogido por Betanzos, Cieza de León, Guamán Poma, Santa Cruz
Pachacuti y Sarmiento de Gamboa.
La leyenda de Manco Cápac y Mama Ocllo:
El sol, viendo el estado penoso de los hombres, creó una
pareja: Manco Cápac el varón y Mama Ocllo, su esposa y hermana; les entregó un
bastón de oro y les ordenó ir por el mundo para civilizar a los pobladores. Les
encargó fundar una tribu, e implantar en ésta, el culto al dios sol.
Manco Cápac y Mama Ocllo salieron de las espumas del lago
Titicaca, y avanzaron hacia el norte. El bastón de oro les serviría para
encontrar el lugar ideal para la fundación del imperio, pues en él se hundiría
el bastón hasta desaparecer.
Decidieron separarse, marchando Manco Cápac al norte y Mama
Ocllo al sur del valle, para convocar a la gente y someterla. Los habitantes de
todo el valle no tardaron en reconocerlos como seres sobrenaturales. Después de
un largo recorrido, el cetro se hundió en el cerro Huanacauri. Manco Cápac y
Mama Ocllo se establecieron allí.
Manco Cápac mandó a los que estaban con él instalarse en la
parte alta del valle, que se llamó Hanan Cuzco; y Mama Ocllo colocó a los suyos
en la parte baja o Hurin Cuzco. Ambos ayudaron a mejorar el lugar; enseñaron a
los hombres que allí vivían a trabajar la tierra y a construir canales. A las
mujeres Mama Ocllo les enseñó a coser, cocinar y hacer telares.
La leyenda de los hermanos Ayar:
Según este mito, la historia se inició en 3 cuevas ubicadas
en el cerro Tambotoco llamadas Maras Toco, Sútic Toco y Cápac Toco; de las
cuales salieron 3 grupos llamados Maras, Tampus y Ayar. Los hermanos Ayar eran
4 varones y 4 mujeres, los varones eran Ayar Uchu, Ayar Manco, Ayar Cachi y Ayar
Auca. Uchu corresponde al ají, Manco a un cereal (Bromus Mango) y Cachi a la
sal; la onomástica a estos tres nombres nos da a entender a un culto por los
productos de la tierra. Auca, en cambio, hacía referencia a la actitud
guerrera.
Estos 4 hermanos iban acompañados por sus hermanas Mama
Ocllo, Mama Raua, Mama Ipacura o Mama Cura, y finalmente Mama Huaco.
Los 8 hermanos iban junto a sus ayllus buscando donde
asentarse recorriendo de sur a norte, en su camino realizaban labores agrícolas
y cuando cosechaban se retiraban buscando otro lugar. Primero hicieron su paso
por Guaynacancha, ahí Mama Ocllo quedó embarazada de Ayar Manco. Luego
avanzaron a Tamboquiro, en donde nació Sinchi Roca. Posteriormente llegaron a
Pallata y de ahí a Haysquisrro, estos viajes duraron varios años.
En Haysquisrro conspiraron contra Ayar Cachi; temerosos del
poder que ostentaba, pues podía derribar cerros y formar quebradas con el tiro
de su honda, le pidieron que regresara Tambotoco a recoger el topacusi (vasos
de oro), el napa (insignia) y unas semillas, una vez adentro un enviado llamado
Tambochacay lo encerró dentro de la cueva.
Luego continuaron su viaje hasta Quirirmanta, en donde
oficiaron un concejo decidiendo que Ayar Manco sería el jefe pero antes debía
casarse con Mama Ocllo; en tanto que Ayar Uchu tendría que petrificarse y
transformarse en una huaca que se llamaría Huanacauri, con este acto Ayar Uchu
se convertiría en un ser sagrado.
El viaje continuó hasta Matagua realizando por primera vez
el huarachicuy, luego de eso horadaron las orejas de Sinchi Roca. Luego de esto
Mama Huaco, probó suerte y lanzó dos varas de oro, una cayó en Colcabamba pero
no logró penetrar el suelo; la otra cayó en Guaynapata hundiéndose suavemente.
Sobre este acontecimiento, otros autores atribuyen a Ayar Manco el lanzamiento
de la vara de oro, pero todas coinciden que fue en Guaynapata donde se hundió
el bastón fundacional.
Después de eso hubo varios intentos de llegar al lugar donde
se hundió la vara, pues eran repelidos por los naturales, hasta que Ayar Manco
tomó la decisión de enviar a Ayar Auca para que se adelantara con su ayllu y
poblase esa tierra. El llegar a ese lugar Ayar Auca se convirtió en piedra, en
el sitio que posteriormente sería el Coricancha. Luego de varios
enfrentamientos con la población local, Ayar Manco y Ayar Uchu llegaron hasta
el lugar y tomaron posesión de éste, desde ese momento Ayar Manco pasa a
llamarse Manco Cápac.
Investigaciones sobre los mitos fundacionales del Cuzco:
Al respecto de los 2 mitos fundacionales, la leyenda de la
pareja fundacional (Manco Cápac y Mama Ocllo), surge posterior a la
entronización de Pachacútec, pues relaciona una huaca pan-andina, como lo es el
Lago Titicaca, con la fundación del Cuzco. Garcilaso tradujo el mito planteando
una pareja que llegó para civilizar a pueblos bárbaros enseñándoles nuevas
tecnologías; el hecho real es que actualmente se sabe que el área central
andina ya poseía avances tecnológicos milenarios que fueron difundidos por los
estados panandinos Huari y Tiahuanaco, y que ya eran de conocimiento de los
pequeños pueblos que habitaban la zona del Cuzco.
Si bien ambos mitos narran un éxodo poblacional buscando
tierras fértiles, sólo el mito de los hermanos Ayar narra la petrificación de
personajes y éste último relato es muy recurrente en otras etnias del área
central andina.
Sobre la ubicación de las cuevas, Bingham en 1912 comisionó
a George Eaton para ubicar las ventanas de Tambotoco, teniendo en cuenta que
todavía existe el poblado de Pacarictambo pero la búsqueda de Eaton no encontró
las cuevas. Luego en 1945, Jorge Muelle, Luis Llanos y César Lobón recorrieron Mollebamba
buscando el sitio de Guaynacancha (en el distrito de Pacarictambo), ahí asoció
un grupo de cavernas cerca del peñón de Puma Orqo con las cuevas de Tambotoco.
Posteriormente Gary Urton aportó investigaciones sobre el poblado de
Pacarictambo, afirmando que fue trasladado en tiempos de la colonia y que era
muy posible que su ubicación original hubiese sido cercano a las ruinas de
Maukallajta, cercana al sitio encontrado por Muelle, Llanos y Lobón en 1945.
En general, el relato de los hermanos Ayar nos muestra a un
hombre guerrero (Ayar Auca) y a una mujer guerrera (Mama Huaco), dando una
visión distinta a la de Garcilaso, en donde el rol femenino está dedicado al
tejido, la cocina y el cuidado de los infantes; este mito narra un hecho
ocurrido durante una de las tantas batallas para posesionarse del Cuzco, en la
que Mama Huaco hiere a un hombre luego le abre el pecho y sopla sus «bofes»
haciendo que la gente de Acamama huyera temerosa.
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